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Feb 24, 25

Entrevista con Tempestad, anarquista y ex-presa en la Ciudad de México

Entrevista con anarquista y ex-presa Tiara Tempestad sobre su experiencia de casi cuatro años en prisión en la Ciudad de México, un proyecto de fanzine que organizaron desde dentro la cárcel, solidaridad y acompañamiento con lxs presxs y la lucha contra la sociedad carcelaria. La entrevista en inglés se puede encontrar aquí.

IGD: ¿Puedes presentarte en la manera que gustes? ¿Quién eres, de donde eres, en que estabas antes de tu detención?

Que tal! Soy Tempestad, es un gusto compartir la palabra desde la libertad física, saludar a las personas cara a cara, y poder abrazar a mi banda.

Por ahora vivo en la ciudad de México, como cualquiera, tenía una vida antes de la detención, tuve otra adentro y apenas estamos en la vida post encierro…

IGD: Fuiste detenida en agosto 2020 en la Ciudad de México. ¿Puedes hablarnos de los primeros días y semanas en prisión? ¿Qué consejos puedes dar a quienes se enfrentan a penas de prisión para sobrevivir a los primeros días?

Caer en prisión es un shok. Es como entrar a un mundo con otras dinámicas.

La primera semana estuve incomunicada, me tuvieron en “detención” y “aislamiento” por COVID, después me subieron a dormitorio.

Recuerdo que los primeros días “rondín” me detuvo por asomarme a la calle, a la semana después de 3 audiencias fallidas me dió el “carcelazo”: una crisis de ansiedad brutal cuando me di cuenta que verdaderamente no saldría, también tuve conflictos con compañeras por su forma de organizar la celda.

Desde el principio las custodias y algunas compañeras se empeñan en meterte miedo para que te doblegues, para sacarte dinero, o para agarrarte de monstruo.

Otras compañeras, intentan darte ánimos, pero están igual de rotas. Son días sensibles.

Además, tienes el asunto legal. Te asusta lo que se dice en los pasillos o lxs abogadxs.

Entras en un estado de incertidumbre y vulnerabilidad, vives a flor de piel.

Por eso es importante ubicar escenarios siendo realista, reconocer que no saldrás al otro día. Al menos en México, los procesos van de 3 meses a 2 años mínimo. Es difícil apagar la esperanza, pero esto disminuye la incertidumbre, y reduce la posibilidad de que abusen de ti y tus redes, económica o emocionalmente.

El cuerpo está en alerta, es un momento para tantear el terreno: checar redes de poder, reglas implícitas de convivencia, lugares seguros, refugios, mañas.

Una se puede agarrar de lo que sea para mantenerse relativamente firme, de los recuerdos, de creencias, de ficciones, de tu gente, de ti mismx…

Es una batalla mental, perder la libertad es un tipo de duelo. No existe una manera “correcta” o un manual sobre cómo reaccionar.

IGD: El 1º de julio de 2024, saliste la cárcel después 3 años 10 meses tras las rejas. ¿Cómo era el día a día en prisión? ¿Qué hacías para mantenerte ocupada y sana? ¿Cuáles fueron las experiencias más terribles y las más agradables? 

El cómo organizas tu vida depende mucho de la estancia-celda y edificio donde estés. Las reglas internas son bastante estrictas.

El “candadazo” era de las 7:00 am a las 7:30 pm. El resto la pasábamos adentro platicando, viendo TV, leyendo, bailando, a veces peleando, discutiendo, limpiando, lavando ropa, también había drogas, momentos de tranquilidad y hartazgo.

Pasé un año en el Edificio A. Solo teníamos permiso para salir al patio y hacer llamadas telefónicas una hora al día y otra hora para hacer la limpieza. Convivíamos 10-15 personas en la misma estancia 23 hrs seguidas. La locura. Regularmente dormíamos durante el día para no sentirlo, y hacíamos manualidades (rafia, tejido, dibujo) en la noche. Nos las arreglábamos para hacer ejercicio, para comer, para sobrellevar las horas que se sentían eternas.

Los siguientes dos años los pasé en el edificio B. Ahí el día estaba más estructurado, se cumplían actividades (obligatorias) de cultura, deporte, escolar y trabajo. Por esas fechas me refugie en el teatro y el entrenamiento físico, vendía cloro y chicharrones preparados. Ya conocía más o menos como funcionaba la rutina, y tenía más confianza con algunas compañeras, por esas fechas empezó turquesas, procurábamos comer sano, generar para los gastos. El punto era mantenerse activa, ese tiempo de espera es una tortura, es el cuerpo en suspenso entre la esperanza y la desesperación.

Los últimos meses los pasé en “Población”, que era prácticamente lo mismo, pero con uniforme azul. Seguí vendiendo los chicharrones y el cloro, trabajé en los cafés. Me aferré a turquesas, al entrenamiento, a compartir con las compas. Había “tandas” de dinero para ahorrar frente a la violencia económica, aprendíamos a vivir el aquí y el ahora.

Mi mamá nunca me dejó, siempre estuvo en las visitas. También pudieron entrar algunxs amigxs, eso me mantenía fuerte.

Recuerdo mi cumpleaños 24. Hicimos hotdogs, sacamos la mota, perreo y cumbia a todo volumen, bailamos el pasillo entero. Mucha diversión para un penal.

También recuerdo cuando nació el bebé de mi amiga. Se la llevaron a Tepepan a parir (otro penal femenil en la ciudad) y ansiaba que regresará para verles. Era una gran alegría verlo dormir tan tranquilo, no sabía de rejas y leyes.

De las peores prefiero no recordar, a veces me preguntó si todo eso pasó.

IGD: Estabas en la cárcel durante la pandemia de covid-19. ¿Cómo afectó la pandemia a la vida en prisión?

Fue como vivir una cárcel dentro de otra cárcel.

Los juzgados estaban cerrados, todos los procesos jurídicos se detuvieron. Solo abrían para recibir y juzgar a más personas, atascaron los centros.

Las visitas se redujeron de 4 días a 1 por semana, de 6 personas a 1 familiar. No había genere, no había movilidad por los pasillos, no había contacto físico con tu gente.

Cada semana “aislaban” celdas enteras por posible contagio, pero no las atendían, solo las separaban del resto sin revisiones médicas. Si hubo muertes, aunque dijeran que no.

De ahí en adelante, las autoridades penitenciarias no aflojaron las reglas post pandemia. Siguieron las restricciones sin ninguna justificación.

En 2023 unas diez mujeres iniciaron una huelga de hambre para que regularizaran las visitas familiares a otros penales, nadie suscribió, la huelga se consideró un acto “exagerado” entre las internas, y las autoridades presionaron hasta que desistieron.

IGD: En prisión, colaboraste con la publicación Turquesa: Trasciendo Muros. Una Publicación Trimestral de expresión. Hecha por y para mujeres privada de su libertad. ¿Puedes contarnos más sobre este proyecto? ¿Cómo surgió la idea? ¿En qué consistió su elaboración? ¿Cuáles fueron algunos de los retos y gratificaciones del proyecto? 

La idea surgió los primeros meses entre compas de estancia. Me mandaban fanzines de afuera y publicaciones de ex presxs El canero, unas de España, desde Chile, Argentina y otros lugares, textos muy potentes. Los leíamos con entusiasmo porque era como si nos escribieran a nosotras. Nos imaginábamos todo lo que podíamos escribir sobre Santa Martha, y otros reclusorios de la CDMX.

Luego de un largo proceso de “adaptación”, inscribí un “taller” de escritura que inició en septiembre de 2021. La modalidad del taller en realidad, fue un pretexto para tener un “espacio” de reflexión y organización propio. Había quienes si querían una “clase” pero la mayoría íbamos a desahogarnos, a hablar mal de la gente, tirar mierda del penal, a leer, a escribir. De ese tiempo salieron muchos escritos y reflexiones, pero no todos están en Turquesa. También se armaron complicidades, ciertas amistades insólitas, discusiones, lágrimas, risas.

Turquesas se armó con el apoyo de mi mamá que en cada visita traía copias, y textos, o una USB (prohibida), lxs compas de la Micorriza, que editaron e imprimieron.

Una de las cosas más potentes, fue que nadie nos “instruía”. Regularmente entran organizaciones “bien intencionadas” con el objetivo de “dar voz” a las presas, pero ya traen un proyecto hecho. También la secretaría del sistema penitenciario incentiva talleres para escribir, pero al final se jacta del trabajo de las compañeras y utiliza un discurso de regeneración y tratamiento.

En Turquesas pusimos lo que quisimos sin terceros. No había estímulos externos económicos ni de reconocimiento, fue nuestro tiradero personal. Eventualmente las reflexiones se profundizaron, pasábamos de contarnos lo mierdas que eran las custodias con nombre y apellido a críticas hacia la idea de policía; de relatar nuestros casos jurídicos a pensar la justicia en México y la justicia en general, de las condiciones en las que vivíamos a darle rostro a las personas que habitábamos la prisión.

No es una publicación propiamente anticarcelaria. Cada una tiene sus posturas, compartíamos realidad en ese momento, pero había diferentes posturas. Hubo conflictos, desacuerdos. No somos una colectiva o un grupo estable. Aunque si habíamos 4 o 6 mujeres que escribíamos constantemente con intenciones de desmitificar la justicia estatal.

Una vez queríamos sacar entrevistas, pero cuando la administración se enteró quiso dar de baja el taller. Hubo ocasiones en que entraban compañeras solo a sabotear e incomodar el espacio.

La primera vez que lo imprimieron, y entró al penal, se sintió chingón. Todas queríamos una copia para compartir lo que escribíamos. También recibimos cartas de afuera, y eso estuvo loco porque muchas no creían que en verdad nos leyeran.

Tenemos la 5ta edición en borrador, lo estaremos moviendo a principios de marzo, varios escritos aún están en papel en Santa Martha, la idea es ir sacándola, quizá con menor frecuencia, pero seguir nutriendo esta forma de resistir y construir. Decidimos no compartirlo por redes sociales, ya que varios textos tienen nombre y las compas siguen dentro, bajo el agua por ahora.

Si algunx quisiera colaborar o compartir reflexiones, textos, poemas pueden contactarme directamente al instagram @tempestd13 o con la micorriza @la_micorriza, y @Konspiracion_iconoclasta

IGD: Más allá de la colaboración en el fanzine, ¿qué otros tipos de organización colectiva, apoyo mutuo, colectividad viste en la cárcel entre las presas? ¿Cómo eran las relaciones? 

Adentro se sobrevive por pura resistencia, apoyo y organización relativamente independiente de los muros. En Santa Martha no hay organizaciones autónomas como en otros contextos o países, mueve más el narco.

Pero a nivel micro sí hay una serie de redes bien fuertes. Organizar una estancia-celda implica llegar a acuerdos, cómo nos repartimos la comida, que trabajos requieren mayor esfuerzo, quienes toman decisiones, en quien recargas el hombro cuando unas lloran, que tanto poder y dinero se le da a las custodias.

Evidentemente la fórmula preferida y más acostumbrada para gestionar la vida es la jerarquía: manda la más fuerte, manda el dinero, o la que lleva más tiempo, pero también hay momentos en que ese modo no basta, y afloran los actos de solidaridad, de empatía, de apoyo mutuo desinteresado.

Para la travesía que implica una visita se necesita coordinación y apoyo, entre la familia que regularmente son las madres, abuelas, tías e hijas.

Muchas veces los familiares hacen amistad en medio de la fila para entrar, entre ellxs se hacen favores para ingresar cosas, para guardarse el lugar o para comprar insumos. Al final es una red de paros/favores/misiones para hacer más llevadera la situación.

Hay zonas de mamás en dónde crecen lxs peques hasta los 4-6 años, al contrario de que muchxs piensan, la crianza se lleva de manera colectiva, entre comadres.

Es un lugar hostil y proclive a la sospecha, por eso la confianza que se armaba entre compañeras no solo era importante, sino vital. El nivel de confianza es lo que hacia la diferente para sobrevivir.

Por ejemplo, había un grupo considerable de mujeres provenientes de Colombia, que se organizaban para comunicarse con sus familiares de allá, armaban sus fiestas, se conocían entre todas. A veces la empatía provenía de si eras del mismo barrio o colonia, digamos de la Morelos, de Tepito, de Santa Cruz, de Santo Domingo, etc.

Abro paréntesis para aclarar que ni todo el apoyo era mutuo, ni todo era desinteresado. Al final, se movía poder y dinero.

IGD: Eres anarquista y participabas en la lucha social antes de que te detuvieran. ¿Cómo afectó tu política a tu tiempo en prisión? ¿Qué significa en la práctica ser anarquista en la cárcel? 

En el papel aprendemos muchas cosas, pero cuando te toca vivirlas en carne propia, no siempre sabes cómo actuar.

Al principio me paralicé, cada mañana durante un año lloré desesperadamente, porque no entendía que estaba pasando, porque me negaba a esa realidad. Pero poco a poco fui agarrando fuerza y entrenándome emocionalmente para no dejárselas fácil.

La plática con mis compas y los zines me mantuvieron en una constante lucha por no bajar la mirada, por no ceder a la tortura psicológica. Si antes no era negociable dejarse mandar o mandar, en esos momentos una tiene que ponerse firme, el rango entre ceder y no hacerlo tiene sus matices, pero la tirada siempre fue no romperse ni corromperse.

En efecto, la finalidad del encierro es rompernos, hacernos creer que lo merecemos, hacernos creer que nuestra vida no es nuestra. Pero conforme conviví con otras compañeras que llevaban cinco, diez, veinte años, vi sus fugas, sus maneras de sobrellevar el encierro, de hacerle frente a esa mierda, las vi arrebatarles un poco de libertad. En cana, como en cualquier lado, hay múltiples formas de ejercer el control, pero también múltiples maneras de resistirlo y anteponerse.

Sin duda, mi postura política y vital fue cambiando, se ha nutrido de las caídas y golpes emocionales, de compartir experiencias con mujeres que llevan una vida sobreviviendo a esa mierda.

No es lo mismo decir que hacer, nuestras prácticas van ligadas a nuestra visión del mundo, y hay que hacerlas valer con acciones, no solo con palabras. Entre las banderas y etiquetas, están las actitudes, el coraje, la fuerza y la ternura.

Elegir caminos para expandir nuestra libertad, nos llevará indudablemente a situaciones de confrontación como esta y otras. Hay que estar preparadxs.

Como dicen lxs compas encerradxs en Chile, con la cárcel nada acaba. Es otro espacio de lucha y conflicto con la autoridad, un campo de batalla, de manifestaciones de control y abuso latente. Ya estando dentro, es un chance de demostrarles que no pudieron con nosotrxs, de resistir y burlarse de sus cadenas, de sus reglas estúpidas, de su doble moral.

De conocer sus estrategias, hay toda una idea de que es la cárcel, tabúes y proyecciones, hay que desmitificarla para perderle el miedo, para no caer, y para dejar de creer en sus funciones.

IGD: A partir de tu experiencia en la cárcel, ¿qué consejos puedes dar a quienes apoyan y acompañan a lxs presxs? ¿Qué tipos de apoyo y acompañamiento crees que funcionan y cuáles no?

No me ha tocado estar del otro lado y acompañar directamente, pero es una lucha igual de intensa y desgastante como sobrevivir ahí adentro.

Estos son algunas cosas que vi en personas, amistades y colectividades que estuvieron conmigo y con otrxs presxs años anteriores, ya se saben varias, quizá solo reafirmo lo que se ha hecho y cuestiono otras.

El apoyo económico al inicio es lo fundamental, la difusión del caso, y la reserva de fuerzas, porque aunque no se quiera, pasan los años y la energía se acaba, el tiempo merma.

Mantener una comunicación constante adentro-afuera, para que las cosas que se hagan de un lado tengan resonancia e impacto del otro, y nuestras acciones sean cada vez más intensas y directas.

El aspecto legal es importante, al principio tuve cuatro abogadxs y todos nos vendieron promesas, ilusionaron a mi familia aún sabiendo el problema. Lo que querían era dinero, provecharse de la situación.

Por eso, es fundamental el apoyo legal de abogadxs anarquistas, antiautoritarias, y solidarios.  Muchas veces se piensa que es jugar con las mismas reglas, pero el horizonte anticarcelario se vale de varias herramientas. Sino conocemos como funciona el código penal actual estamos perdidos en un lenguaje desconocido que opera sobre nuestras vidas.

Mientras existan colectivos e individualidades que se rifen ese trabajo, se tiene un chance de hacerle frente. En nuestro caso, estuvo Alma Mergarito, visitándonos, encargándose del papeleo, y presente en las audiencias. También recordamos con cariño y respeto a Pedro Saavedra “Batí”.

El apoyo psicologico-terapeutixo, juega un papel fundamental, para quienes están dentro y quienes acompañan. Hay varios textos colectivos hechos por la banda, que sistematizan estás experiencias para dar contención en casos de trauma y violencia, para aliviar esas heridas del encierro.

Me acompañaron zines como “entrenamiento físico en condiciones de encierro”; hierbas para la tristeza de Nicole Rose; Heather Anne entraba a verme cada quince días para la terapia; las largas pláticas-desahogos con lxs compas que no menciono, pero de frente les he hecho saber lo significativo que fueron sus palabras a la distancia.

Por otro lado, en México “lo anticarcelario” no está presente en el imaginario de unx presx; no nos hemos aventurado a chambas más constantes de entrar a las visitas y conocer a la gente, de llamar y recibir llamadas/cartas para formar redes intra muros. Hay más presencia de grupos de religiosos y de Alcoholicos Anónimos que grupos antipatriarcales o feministas. Hasta cierto punto se explica por sus dinámicas asistencialistas y buscar adeptos.

Se ha personalizado el acompañamiento a partir del caso de compas de lucha, pero claro está que la cárcel sigue ahí, aunque unxs cuantxs salgamos libres.

La organización al interior se complejiza por las mafias y el narcotráfico, los grupos de poder no se tientan.

IGD: Te detuvieron por un delito común. Esto configuró la dinámica de solidaridad en torno a tu caso. ¿Qué opinas de esta distinción entre presx común y presx políticx? ¿Cómo crees que los movimientos en México pueden asumir mejor una actitud y práctica anticarcelaria, más allá de esta idea de encarcelamiento justo o injusto?

Sí, me detuvieron por un delito de robo fuera de un contexto propiamente “político”. Nunca negué mi participación, aunque las acusaciones que se nos hicieron fueron diferentes a la acción. No hubo un arrepentimiento. Mucha gente se abstuvo de acompañar ya que, voluntaria e involuntariamente, hacían esta distinción MORAL entre “presxs comunes y presxs políticxs”.

Pedir el “carnet revolucionario” para saber si mereces la cárcel o el apoyo es erigirse juez, y esa es unas creencias base de las sociedades carcelarias.

Desde una praxis anticarcelaria se entiende que caer en cana es, de entrada, un acto político. Es político porque se trangredio un límite socialmente impuesto, porque es un encontronazo con la ley, con el orden. Esto no quiere decir que todos los actos ilegales sean éticos o deseables, pero es el punto de partida entender la función de la cárcel.

Algunos movimientos agarran la bandera del “presxs inocente” porque sino no tendrían apoyo de otras organizaciones y menos de la “sociedad civil”. Con este discurso se refuerza la idea de encierros justos e injustos que es otra de las creencias base. Se considera que el encierro es una solución a los problemas sociales, cuando se sabe que es un método de tortura y castigo a cualquier disidencia o “enemigo” de la sociedad.

Es un tema que podemos discutir fuera de la urgencia y lo abstracto, dialogar hasta donde se pueda, y cuestionar ¿qué apoyo se necesita? ¿Por qué hay una empatía selectiva a ciertos casos e indiferencia en otros? ¿Solo se piensa en la libertad de un compa, o de un camino sin cárceles, o ambos? ¿Exigimos cárcel a quien nos ha violentado? Si no creemos en cárceles ¿Qué tipo de justicia si podemos construir?

Hay muchas preguntas sobre esto, y respuestas que se van por la tangente, pero también hay que posicionarse frente a casos reales y concretos. Hay colectivos y grupos que temen posiciones respecto a eso, y empieza el silencio. Es más común ver individualidades actuar sin rendirle cuentas a nadie, por ahí es donde veo más posibilidades.

IGD: ¿Cuál es la situación actual de tu caso? ¿Y tú coacusado, Brandy? ¿De qué maneras concretas puede la gente mostrar su apoyo? 

Salí con LIBERTAD CONDICIONADA; debo firmar el resto de la sentencia y cumplir con otros requisitos burocráticos algunos días a la semana. Esto ha mermado mi vida diaria, es como si no pudiera valerme al cien por las limitantes que tengo que cumplir, no he podido recuperar mi tiempo, mis actividades. Es un paso más, pero no puede pasar desapercibido que cualquiera presx vive un cuadro de trauma después de la cárcel, nos quitan tanto, nos arrebatan aspectos ínfimos, no cuantificables de la existencia. Después de casi siete meses libre, aún siento que perdí terreno irrecuperable en términos de autonomía y confianza.

En el caso de Brandy, el JUICIO sigue abierto. Esto es un espada de doble filo porque podría obtener su libertad absoluta o perderla y regresar a la cárcel.

Recientemente se hizo una rifa para sacar los gastos legales, además habrá algunas actividades y acciones aún sin fecha. También se está moviendo el fanzine “Narrativas desde el encierro” que escribió en el Oriente.

Una manera de apoyar es estar al pendiente en cuanto inicie su juicio porque serán días de mucha tensión: puede ser un mensaje, una carta, ir a hacer un trámite o acompañar en las audiencias, difundir, apañar emocional y económicamente, ya que en estos casos el dinero es parte fundamental. No lo dejemos solo en esta batalla.

Para cualquier información también pueden escribirle directamente a su IG: @brranadrenaline

También dejo el número de cuenta BBVA para cualquier aporte económico a nombre de Brandon Cuenta Clabe 012180015214659700

Agradezco el espacio de difusión, crítica y retroalimentación. Abrazos a quienes resisten la cárcel. Hasta que caiga la última jaula!

Libertad para Jorge Esquivel y libertad total para Brandy, libertad absoluta para Miguel Peralta, libertad a Mónica y Francisco, libertad a Alfredo Cospito, libertad para Juan Menchaca

Fuego a la cárcel y sus jueces!



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